martes, 10 de junio de 2014

Psicología y pseudociencia (por Alejandro Borgo)

[Esta nota es fue publicada en la revista El Ojo Escéptico de diciembre de 1991. Resulta interesante, y preocupante, notar como la situación en todos estos años no solo no cambió, sino que se agravó; las imágenes son agregadas por este blog]

PSICOLOGIA Y PSEUDOCIENCIA
DESMENUZANDO LA ENSALADA OSCURANTISTA
Alejandro Jorge Borgo*

La psicología no es una pseudociencia pero es campo propicio para el charlatanismo y la fantasía. Definiciones vagas, conceptos oscuros, concepciones cuasi-religiosas y teorías e hipótesis incontrastables conforman el marco adecuado para identificar una disciplina pseudocientífica. ¿Qué hay de pseudocientífico en lo que la gente entiende como "psicología"? Echemos un primer vistazo.

Pregunta irritante: ¿es la psicología una ciencia?
Respuesta alternativa 1: Sí.
Respuesta alternativa 2: No.
Respuesta de un científico que pasaba por ahí: Perdón, ¿por acá pasa el 60?

La evidente ironía de la última respuesta, en la que el que responde hace de cuenta que no le preguntaron nada, representa la forma de pensar de gran parte de la comunidad científica que se dedica a la psicología. "No vamos a ponernos a dudar sobre el status científico de la psicología" Es cierto, pero lo que suena o parece obvio, a veces nos hace pasar por alto aspectos importantes. Sabemos que la mayoría de los psicólogos argentinos no tienen formación científica, y cuando la tienen, la han adquirido fuera de la universidad. ¿Cuántos psicólogos saben qué es la ciencia, cómo trabaja, qué es el método científico? (aclaración importante: el que escribe no es psiquiatra ni médico) ¿Cuántos psicólogos creen que es necesario saberlo? (cuidado...). Con estas simples preguntas comenzamos a vislumbrar por qué todavía -en 1991- debemos seguir diciendo "psicología científica". La enorme mayoría de los psicólogos y otros profesionales de disciplinas afines sencillamente desconocen lo que es trabajar y pensar científicamente (no sigas...).

¿Por qué sucede esto?

1) Es más fácil repetir doctrinas atractivas que investigar y estudiar biología, estadística, metodología, lógica, matemática, neurología, etc.
2) Los encargados de impartir la educación desconocen lo que es la ciencia y, llenos de prejuicios relativos a la intangibilidad de "lo humano" prefieren divulgar mitos y dogmas esotéricos.
3) La mayoría de los estudiantes y profesores se equivocaron de disciplina. Parece que su vocación fuera la filosofía, la teología, la literatura, o todas ellas a la vez.
4) Físicos, químicos y biólogos, que también son afectos al modelo dualista (tal vez sin
Saberlo) refuerzan la división entre "ciencias" y "humanidades". Es el dualismo, pero desde el otro lado.
5) Físicos, químicos y biólogos que no consideran la psicología como algo serio, y digno de ser tenido en cuenta.
6) Medios de divulgación especializados o no, que con artículos y notas condimentados con algún dato científico, terminan por brindar un cuadro donde la psicología se entremezcla con la filosofía, la política, la sociología, el arte, alguna pizca de neurociencia, estadísticas, y pseudotests del tipo "sepa si ud. es tímida o agresiva", "la personalidad y la forma de las orejas", etc.
Y así sucesivamente.

Veamos en qué consiste este "sucesivamente".

La psicología (o las psicologías) que se enseña en la universidad, la que se enseña en otras instituciones de nivel terciario, y la que se divulga y llega al común de la gente no difieren mucho entre sí. Consisten en una extraña ensalada de temas y materias dividida en dos partes a primera vista distinguibles. Una es la verdura biológica. Un poco de neuroanatomía por aquí, otro poco de neurofisiología por allá, una pizca de estadística (dada en una forma más aburrida que leer la guía telefónica), un par de visitas a hospitales neuropsiquiátricos (para justificar el "no quedarse en los libros"), y, en poquísimos casos, algo de metodología de la investigación científica y lógica (esto es una hazaña, pero ya todo el mundo está dormido).

La otra parte es la verdura psíquica, o inmaterial. Funcionamiento (aunque nunca definición) del inconciente, conflictos reprimidos, aparatos psíquicos por doquier, interpretaciones metafísicas de la conducta, interpretaciones de las interpretaciones, sexualidad infantil, complejos de lo que a uno se le ocurra, un paso al trote por tests proyectivos (no me hagas formalizar ni utilizar matemática, por favor), clases plomizas sobre percepción, memoria e inteligencia, que no parecen ser tópicos tan interesantes en comparación con las sagradas revelaciones del ello, el yo y el superyó. Y eso sí, mucha filosofía, grandes dosis de filosofía, de la más oscura y confusa, mientras más oscura y confusa, tanto mejor. Al no entender nadie, todos sabemos igual.

Entonces:
Orientación clínica
Lenguaje confuso y oscurantista, sólo para iniciados (o para sentirse iniciado)
Nada de investigación, y menos investigación experimental
Reforzamiento constante del modelo dualista (lo biológico por un lado, lo psíquico por el otro -cuerpo y mente separados)
Sugerencias constantes de que hay que analizarse

Resultado: ha nacido un nuevo creyente y ha muerto un posible científico (o por lo menos ha caído en un coma psicologizoide). El proceso es paulatino, pero no se inicia en la universidad. Ya lo viene mamando desde que está en la sociedad psicologizada, escuchando a, leyendo a, y conversando con otros creyentes, o "analizándose" con uno de ellos (lo cual incrementará notablemente su disposición a aceptar mitos y fantasías sin saber lo que está haciendo). Creerá que está comprendiéndose, que se conoce más día a día, dejándose llevar por el fascinante pero aletargante laberinto interior del inconciente. ¿Y la realidad? (¿de qué hablás?).


La pseudocrisis de la psicología

La psicología ha sido y es pasto propicio para el ganado pseudocientífico. Parece que el hecho de rotular algunos comportamientos, o recurrir a entidades desconocidas, nos da la ilusión de que los explicamos o comprendemos. Esa ilusión nos ha proporcionado una situación confortable. Y esto no es así por casualidad, ya que en este campo se trata con temas y conceptos de difícil definción, con emociones, y pensamientos, de una forma harto imprecisa y vaga.

Vayamos entonces a "descrisisizar" a la psicología dando una definición que proporcione alguna claridad en asuntos presuntamente tan oscuros: "estudio científico de la conducta y de la mente (entendida como un conjunto de funciones cerebrales) de los animales dotados de un sistema nervioso que los capacite por lo menos para percibir y aprender" (ver Bunge y Ardila, 1988).
Teniendo en cuenta la definición dada, se esclarecen los pastizales y se tiene una idea de quién debe pastar en dónde.

No puede separarse la mente del cuerpo (como si fueran dos entidades esencialmente distintas) y hacer psicología.
No puede haber una psicología que ignore la neurociencia (neurobiología, neurofisiología, etc.). Por el contrario, aquélla debe apoyarse en ésta.
Y, por último, la psicología debe ajustarse al método científico si es que se propone explicar el comportamiento y la mente, y luego crear terapias psicológicas basadas en el conocimiento científico y no en la especulación metafísica o en creencias personales.

Si hay crisis es porque todavía no hemos logrado del prejuicio casi religioso por el cual se sostiene que el hombre (perdón por la minúscula) no puede ser estudiado científicamente. Si hay crisis es porque durante años y años se han inventado teorías fantasiosas, incontrastables y pseudopsicológicas que han retrasado y obstaculizado la investigación y el conocimiento científico.

Si separamos lo útil de la basura pseudocientífica, nos vamos a dar cuenta de que se han solucionado muy pocos (o ninguno) de los problemas que atañen a la psicología, y que todavía queda mucho por hacer. ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Con una psicología filosófica, enquistada y atrofiada por el pensamiento mágico, o con una que se ajuste al marco científico contemporáneo? Freud, padre de una teoría y un método psicoterapéutico francamente pseudocientíficos, exigió explícitamente que el psicoanálisis debía disociarse de toda preconcepción extraña, sea anatómica, química, o fisiológica, y debía trabajar exclusivamente con concepciones de un orden exclusivamente psicológico (Bunge, 1987). No parece ni es un buen punto de partida, por mal que les caiga a los universitarios cultores de la pseudopsicología y la pseudopsicoterapia. Esta última tiene de eficaz lo que la primera tiene de científico.

Bibliografía:
Bunge, M., y Ardila, R. Filosofía de la Psicología , Editorial Ariel, Barcelona, 1988, pág. 50.
Bunge, M., Vistas y Entrevistas , Editorial Sigloveinte, Bs.As., 1987, pág.205.

Alejandro Borgo

* Periodista especializado en divulgación científica, escepticismo y combate las pseudociencias

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