¿Qué se puede decir de Claudio María Domínguez que no se haya dicho antes? Quien hace unos años era el gurú de la farándula y se le daba prensa en todos los canales de televisión, diarios y radios. Gracias a un par de escándalos en el medio su momento de fama se fue apagando y fue lentamente quedando relegado.
Además de promover espiritualidad barata Domínguez ha promovido y promueve aún toda clase de pseudociencias y pseudomedicinas sin sustento. Otra demostración del carácter irracional y el pensamiento mágico que las "espiritualidades" promueven.
Claudio María Domínguez, quien durante la década del '70 deslumbró como niño prodigio experto en mitología griega en Odol Pregunta y quien durante la década del '90 tuvo un paso como guionista de la polémica miniserie La marca del deseo. A mediados de esa misma década viajó a distintos países como periodista y así fue como empezó su nueva faceta. Se convirtió en un portavoz de todo tipo de gurúes, sanadores y parapsicologos.
En aquellos años promovió en la Argentina a los cirujanos filipinos encabezados por Alex Orbito, quienes decían operar psíquicamente para extirpar tumores de enfermos de cáncer. Un fraude monumental que fue descubierto al poco tiempo.
También fue uno de los principales promotores del Sai Baba, aquel famoso maestro espiritual con causas penales abiertas en todo el mundo y que realizaba trucos de magia replicables por cualquier ilusionista. Con el tiempo incluso llegaron investigaciones periodísticas sobre los "expertos" que promocionaba.
Con el tiempo y en la década del 2010 se fue haciendo lugar en los medios y pasó de tener programas espirituales en canales y horarios de bajo rating a tenerlo en C5N (el segundo canal de cable con más audiencia) con el exitoso Hacete cargo, a tener columnas en los diarios Infobae y Muy y a publicar sus obras en la revista Gente. Eso sin contar sus constantes invitaciones a canales de aire en los que se lo entrevistaba para conocer la visión "kármica" de la realidad.
Pero un día su ocaso llegó: Fue en la Feria del Libro en 2012, cuando mientras presentaba alguno de sus libros fue increpado por su amistad con el Maestro Amor, una suerte de Sai Baba local, líder de una secta y acusado de abusos sexuales. Su no respuesta, sumado a la mala manera en que respondió a quienes le preguntaron por el tema y sumado a una especie de racconto de todos los fraudes anteriores le hizo restar credibilidad. Y así es como dejó de ser una presencia constante en los medios para volver a una suerte de ostracismo.
Hoy en día sobrevive con una columna en el diario Infobae, programas de televisión y radio de poca audiencia y sus charlas que ya no tienen tanta prensa como antes (apuesto que tampoco tienen tanto público). Aunque no sería raro que en algún momento volviese con algún invento nuevo.
Si Claudio María Domínguez solo promoviera espiritualidad la cosa no sería tan preocupante, de última no pasaría de ser un espiritualista inofensivo. Pero lo que si es grave es que promueva pseudociencias, en especial pseudomedicinas, que pueden poner en riesgo la salud.
Ya hemos visto en este artículo el ejemplo de los cirujanos filipinos y otros estafadores que decían tener poderes sanadores. Hoy en día, de forma más sutil, promueve este tipo de cosas.
Domínguez tiene un portal oficial. En la portada solo se ven presentaciones suyas en programas de televisión o escritos sobre el karma, el sentido de la vida y yerbas así. Pero si uno escarba un poco más encuentra todo tipo de genialidades.
Como se dijo hace rato el ex-niño prodigio tiene experiencia en promocionar pseudomédicos. Actualmente en su sitio web promueve a varios especialistas en disciplinas médicas muy dudosas. En su sitio promueve la homeopatía, las flores de Bach y a un tal Vicente Hernández Burciaga que dice curar diabetes, cáncer y sida.
Recoge también aquella vieja cadena sobre el cáncer que ya fue refutada (incluso en este mismo blog). No podía quedar afuera el viejo hoax de Simoncini y, como si todo esto fuera poco, pone en duda que exista el virus del HIV.
También le da espacio a "la ciencia". A la "física cuántica", a la demostración "científica" de las profecías mayas y a unos investigadores que dicen que nuestro ADN se modificará hasta hacernos semidioses. Claro que es algo selectivo, porque aquella ciencia que no promueve la espiritualidad es mala ciencia.
Otra cosa que promociona es la teoría de los niños índigo. Ya es demasiado. ¿Qué otra cosa va a promocionar? ¿la tierra hueca? Efectivamente si. Por cierto, entre tanta espiritualidad y esoterismo no le vendría mal a Claudio aprender como se insertan videos de YouTube.
Una constante en todos estos artículos es que son recogidos en el sitio y en la mayoría de los casos no se cita fuente alguna ni se nombra ningún autor. Un claro ejemplo de deshonestidad intelectual.
Probablemente alguien me diga que este sitio, aunque diga ser oficial, no es realmente suyo. Error, el sitio si es suyo. Domaintools mediante queda claro que si es Domínguez el responsable. Y por si fuera poco en su página de Facebook lo nombra.
Aún suponiendo que no sea el propio Domínguez quien está atrás del mismo el solo hecho de que haya un sitio con su nombre que promueve lo que promueve debería llevarlo a aclarar las cosas ya que se está haciendo desde un sitio a nombre suyo y que figura como suyo.
Esto es Claudio María Domínguez: Frases que suenan agradables, una invocación a la meditación y al espíritu y un llamado a la irracionalidad y a la pseudociencia.
Es indignante que a este señor, que no tiene estudios superiores, que no es psicólogo ni filósofo ni sociólogo ni biólogo ni etólogo ni neurocientífico, nada de nada, se le dé espacio en una radio para que les diga a los oyentes cómo deben vivir, cómo ser felices, cómo educar a sus hijos, cómo tratar a su pareja, incluso da consejos que sólo deberían dar los médicos, los especialistas, los que tienen un título universitario. Y no es el único, los medios de comunicación están atiborrados de personas que no fueron más allá del colegio, o que no terminaron el colegio, y que hablan con la autoridad de un especialista en relaciones humanas. Qué espanto.
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