Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. (Salmos 19:1)
Un clásico argumento de parte de quienes creen es afirmar que tal grado de complejidad y profundidad en la creación solo puede ser obra de un creador inteligente. De allí sacan fundamentos para el Diseño Inteligente, el Creacionismo y otras cosas similares.
Este argumento cae por su propio peso y se autorrefuta: Tal complejidad y profundidad no hace más que demostrar que la posibilidad de que exista tal creador es mínima.
Miles de años atrás el Universo era apenas lo que se veía. El cielo, las estrellas, la luna, el sol, la tierra, el mar, los animales, las plantas y las personas. Pocos elementos (por ejemplo, la idea griega de los cuatro elementos) y no mucha mayor complejidad que eso.
En esa cosmogonía la idea de un dios o de dioses manejando los destinos no era tan desacabellada. Después de todo era un espacio reducido. Por eso cada cultura desarrollaba a sus dioses de acuerdo a las características de su propia existencia e historia.
Hoy en día no nos limitamos a investigar solo lo que está a nuestro alrededor. O mejor dicho alrededor nuestra está todo: Nuestros espacios geográficos, pero también el planeta entero, el sistema solar, la galaxia, el universo. Sabemos (o al menos tenemos conjeturas con un alto grado de certeza) como fue su origen y desarrollo.
Como funciona nuestro organismo, como funcionan los organismos de otros animales. De que manera nos relacionamos con esos otros animales. Como evolucionamos.
Y sabemos también lo que forma a la materia: Los elementos. Y lo que forma a los elementos: Las partículas, desde las moléculas hasta las más pequeñas partículas subatómicas. Y no solo las conocemos: Sabemos y estudiamos su funcionamiento.
Lo que sabemos del Universo es eso: Mucho, pero seguramente una ínfima parte de lo que realmente hay allá afuera. Pero ese mucho (o poco) nos muestra un Universo enorme, gigantesco, casi infinito. Y en el plano más local la complejidad es grande, los secretos del inicio de la vida, su evolución y su funcionamiento.
En pocas palabras, nos encontramos ante un Universo gigantesco, en el cual nuestra galaxia es apenas un punto diminuto y casi imperceptible. Entonces, mucho más diminuto e imperceptible es el Sistema Solar, la Tierra y las formas de vida.
Ya creer que un dios o dioses operan el Universo resulta ridículo. ¿Acaso es lógico pensar que una inteligencia superior opera TODO lo existente, desde los quarks y gluones hasta las estrellas y planetas más grandes? ¿Es coherente imaginar a ese ente creando todas y cada una de las cosas que pasan cuando al mismo tiempo sabemos que todo ocurrió gracias a leyes naturales? Y desde el punto de vista religioso: ¿Es realmente posible que un ser superior a todos nosotros creó todo y que aún así se preocupa por lo que le pase a los mortales, que son apenas un punto ultra mega diminuto en el gigantesco Universo? Si su objetivo es que todos nos salvemos ¿para qué creó "tantas cosas" alrededor de nosotros?
En conclusión, cuando alguien salga a decir que las maravillas del Universo y su complejidad son una evidencia de un dios convendría pedirle como conciliar esas maravillas y esa complejidad con un dios que controla todo. Resulta mucho más lógico y coherente saber que las leyes naturales hicieron posible llegar hasta donde estamos y que las podemos conocer gracias a la ciencia, que imaginar a un ser todopoderoso inventando y manejando todo con el propósito de salvarnos y al que solo podemos conocer mediante escrituras milenarias que encima son contradictorias entre sí. También resulta más lógico admitirnos como un punto más en el Universo y no como el centro del mismo y de la obra creadora.
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