Cuando se quiere hablar de la existencia o inexistencia de Dios es necesario primero delimitar a que nos referimos cuando hablamos de Dios.
Hay que destacar que existen tantas versiones de dios como religiones, filosofías e interpretaciones particulares de cada una de éstas existen. Podría decirse que no existen dos dioses iguales.
A grandes rasgos se pueden diferenciar tres grandes posturas:
1_Teísmo
2_Deísmo
3_Panteísmo
De estas tres posturas las dos primeras creen en un dios personal, aunque con diferenciaciones, en tanto que la última descree de eso. En este artículo voy a tratar de demostrar porque desde el punto de vista racional y escéptico la existencia de un dios es altamente improbable y, dependiendo la postura filosófica a estudiar, completamente imposible.
De más está decir que este artículo es apenas un esbozo y que este es un tema más profundo que amerita más análisis. Sirva apenas como una introducción. Veamos entonces las posturas.
1_Teísmo: Creencia en un dios personal y providente, creador y conservador del mundo.
Puede decirse, en otros términos, que es teísta aquel que cree en un dios o varios que crearon el mundo, que lo dirigen actualmente y que interviene en su creación. Dios aparece aquí como alguien trascendental que está por fuera del Universo.
Un ejemplo claro de esta filosofía lo observamos en las grandes religiones monoteístas: Cristianismo, islamismo y judaísmo. Por supuesto que también existen otras variantes, como el politeísmo (varios dioses) o el henoteísmo (varios dioses pero sólo se le rinde culto a uno).
Quienes sostienen este punto de vista al aceptar que existe una realidad trascendental a este universo no pueden demostrar efectivamente que esa otra realidad exista. Se acepta por fe, es decir, por creencia irracional. Cosa bastante lógica si se tiene en cuenta que ese dios está supuestamente por afuera de nuestra realidad.
Pero al mismo tiempo se nos dice que ese dios mantiene e interviene en su creación. Por lo tanto deberíamos ver pruebas de ese mantenimiento y esas intervenciones. Y ahí es donde el teísmo hace agua porque no puede aportar ninguna evidencia.
Se puede utilizar como argumentos la creación del universo, su sostenimiento o ciertos hechos paranormales. Pero resulta que no son suficientes. Hoy en día contamos con explicaciones científicas perfectamente lógicas que explican ese tipo de cosas.
No hay que olvidarse de la famosa navaja de Occam (curiosamente el creador de este argumento fue un fraile del siglo XIV, Guillermo de Ockham). Este principio metodológico dice que "en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta". Si se aplica a la demostración de la existencia de Dios resulta un argumento en su contra.
Teniendo este actual sistema de cosas, que va desde las pequeñas partículas subatómicas hasta las gigantescas galaxias, explicaciones por leyes racionales observadas experimentalmente o perfectamente concordantes con respecto a nuestros conocimientos, caer en la explicación de que fue un dios o algo sobrenatural es caer en una falacia. Es desplazar el problema hacia la nada. Y digo que es hacia la nada porque no hay maneras correctas de conocer la voluntad o los designios de ese ser trascendental.
En resumen: El teísmo no se sostiene por la lógica ni por la razón. Al pretender afirmar que ese dios no sólo creó el universo sino que también interviene en el mismo en la actualidad caen en la infalsabilidad. Sencillamente no pueden demostrar que esa creación o esas intervenciones existan o hayan existido. Es una creencia ilógica e irracional.
1.1_Los dioses religiosos
Una pequeña disgresión que viene al caso: El dios de las religiones al cuál hay que rendirle culto. Sea acaso el Yahvé judío, el Dios trino cristiano o el Alá musulmán.
La idea sería la siguiente: No sólo Dios es creador y sostén del universo. También es quien nos entregó designios para vivir y a quien hay que rendirle culto, bajo amenaza de castigos o maldiciones.
Si el punto antes mencionado era irracional e ilógico este lo es aún más. No sólo pretenden que Dios intervenga en el universo, sino que además se haya comunicado en determinado momento con determinadas personas.
Esa idea, de que Dios se haya mostrado de cierta forma a cierta gente en cierta época, cae en errores groseros:
1_Sencillamente incomprobable. No hay ninguna prueba de que esas revelaciones hayan ocurrido como los libros sagrados dicen que pasaron o que hayan pasado siquiera.
2_Un motivo tan sencillo como preguntarse ¿por qué debo creer en una religión y no en otra?
3_Si Dios manifiesta su existencia a todo el mundo través de la creación ¿por qué no manifiesta también sus mandamientos a todos?
4_Dicen las religiones que Dios nos crea con determinado fin. Surge entonces la pregunta ¿por qué creo tantas cosas inútiles alrededor? Galaxias, cometas, asteroides, planetas, estrellas y tantas otras cosas dentro de un universo muy grande, dentro del cual no somos el centro ni por asomo (ni siquiera somos el centro de nuestro sistema planetario). Resulta mucho más lógico apelar a las leyes de la ciencia que explican como nuestro planeta es uno más de tantos y nuestra existencia es fruto de esas mismas leyes
Un argumento adicional es que las distintas religiones cambiaron a lo largo de los siglos, desde el animismo primitivo al moderno monoteísmo, pasando por los politeísmos, según el pueblo y la época en donde esa religión se desarrolló. Por lo tanto no sólo tenemos el problema de cuál dios actual es el verdadero, sino también cuál(es) dios(es) de todos los que existieron es verdadero. Si los dioses de la antigüedad son hoy descartados ¿por qué no lo serían en un futuro los dioses actuales?
Podrá argumentarse que se trata de un mismo dios que fue revelado a toda la humanidad, pero que ésta lo interpretó de diferentes maneras. Ocurre que no es así. En primer lugar, las diferencias entre religiones en muchos casos son insalvables. No hay manera de interpretar que se refieran a una misma cosa con varias versiones. Y en segundo lugar no hay manera de saber quién tuvo la revelación original.
Por último, las amenazas del castigo o de la maldición. No se puede observar una relación causal que establezca que quienes siguen a determinada religión sean más prósperos o saludables que quienes sigan a otra o no sigan a ninguno. Entonces se pueden descartar las consecuencias terrenales.
Y en cuanto a consecuencias espirituales en otro mundo u otra dimensión, de nuevo, son incomprobables. Y siempre existirá el riesgo de estar adorando al dios equivocado por lo que ese castigo sería inevitable. Es decir, si existe ese castigo es incomprobable y además es imposible saber si uno se escapa del mismo.
En resumen: La creencia en dioses religiosos a los que hay que rendirles culto es otro acto ilógico e irracional. No existe el menor motivo para creer en este tipo de cosas
Continuará...
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