¿Por qué en pleno siglo XXI sigue aumentando el número de creyentes? ¿La religión viene “de fábrica” o es producto de la cultura? Estas y otras preguntas se hizo el biólogo, investigador y divulgador científico, antes de comenzar la investigación que le llevó a escribir su último libro: Las neuronas de Dios. Una neurociencia de la religión, la espiritualidad, y la luz al final del túnel, que se presenta hoy, a las 16.45, en el teatro Margarita Xirgu (Chacabuco 875).
En él, Golombek hace un repaso por algunos de los trabajos que en los últimos años han tratado de explicar las bases científicas del fenómeno religioso y que apuntan, en su mayoría, a la predisposición genética del ser humano a creer y a buscar causas donde tal vez sólo haya azar. Y lo hace para llegar a una conclusión: “Dios existe, pero es un fenómeno cerebral, como todas las ideas”. También afirma que la religión es parte de la evolución y del proceso adaptativo, y explica que, grosso modo, nos ayudó a enfrentarnos a cuestiones como, por ejemplo, el miedo a la muerte, y que trajo la ventaja de la cohesión social. “Según la estadística”, afirma, “los creyentes viven más y son más felices”.
-¿Cómo surge este interés por la explicación científica del fenómeno religioso?
-Me interesa la parte de la ciencia que se preocupa por entender cómo somos y por qué hacemos lo que hacemos. Para la mayoría de la gente, en todo el mundo, las creencias son parte fundamental de su ser. Eso se explicó siempre desde la filosofía o la teología, pero en los últimos años, con los avances de la neurociencia y la genética, se está tratando de mirar la religión como un fenómeno natural. Me pregunto por qué el 90% de la población se sigue asumiendo religiosa cuando ahora las respuestas pueden venir de otro lado, ¿será que no podemos escapar de eso porque en nuestros genes está impresa la propensión a creer en lo sobrenatural?
-¿Qué pasa en el cerebro de un creyente?
-Durante el rezo o los ritos repetitivos propios de las religiones se activan ciertas áreas del cerebro que están relacionadas con la búsqueda de placer.
-Si la predisposición a creer se enmarca en la evolución, los no creyentes, ¿estarían menos evolucionados o peor adaptados?
-Sí, si lo “normal” es la propensión a creer y, de hecho, los no creyentes somos muchos menos, entonces la no creencia sería una mutación. Las creencias serían una especie de seguro evolutivo. La comodidad de las respuestas funciona como ansiolítico.
-¿Qué serían las visiones de los místicos y la “luz al final del túnel, vista por quienes están cerca de la muerte?
-Hay análisis retrospectivos de los grandes místicos que les encuentra síntomas de epilepsia. Cuando Juana de Arco se abstraía del mundo... eso, hoy, se llama epilepsia de ausencia. La luz al final del túnel es producto de la sobreactivación de la retina al bajar la irrigación sanguínea. Eso es lo que pasa.
-Las normas morales están, en su mayoría, unidas a preceptos religiosos, ¿También a ellas estamos predispuestos?
-Todo lo que somos es la mezcla de dos cosas: lo que traemos de fábrica y lo que hacemos con eso. El cerebro es el primer interruptor de la moral, pero la cultura es fundamental. La religión funciona como un organizador social incuestionable; eso ayudó en la fundación de las sociedades. La moral es genética, biológica, relativa a lo que somos como especie.
-¿Y qué pasa con los científicos que son creyentes?
-Si se ponen a investigar lo que les pasa, será imposible que no entren en conflicto. No digo que tengan que dedicarse a otra cosa, pero no hay reconciliación posible entre religión y ciencia.
-¿Se puede afirmar que Dios es una creación humana?
-Científicamente, se puede afirmar que la idea de Dios es un fenómeno cerebral.
-Según todo, sería imposible erradicar las religiones.
-El fenómeno religioso tiene un significado adaptativo en términos evolutivos, así que no, no sería posible. Algo de nuestra historia evolutiva está guardado en nuestra reverencia frente todo lo que llamamos sobrenatural porque no lo podemos explicar. No creo que haya cosas inexplicables, creo que aún no las sabemos explicar todo.
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